La Gaceta de los negocios
22:40 (04-12-2010)
Pablo Blanco, biógrafo de Benedicto XVI.
Santiago Mata. Madrid
Filólogo y doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra, Pablo Blanco Sarto (Zaragoza, 1964) ha publicado la primera gran biografía en castellano de Benedicto XVI (El Papa alemán, Planeta, 550 páginas, 21 euros). Es un “retrato interior” de Ratzinger, que completa la imagen que conocemos en libros como el más reciente, Luz del Mundo.
-¿Qué rasgos definen esa imagen interior?
-En primer lugar, la sencillez de su trato campechano. Cuando llegaba a la oficina de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo primero que hacía era ir saludando a cada uno de los empleados, preguntándoles algo.
-¿En segundo lugar?
-Su altura intelectual, su capacidad de escuchar, de sacar todo lo positivo que se pueda de una postura no muy favorable a lo cristiano. Es emblemático el diálogo con Habermas en 2004, cuando convinieron en que razón y religión debían apoyarse y purificarse mutuamente. El tercer rasgo es su sentido del humor; la tranquilidad interior, la esperanza y alegría que le da saber que la Iglesia es de Jesucristo y no nuestra.
-¿El nazismo le supuso un trauma?
-Tuvo que ayudar en baterías antiaéreas y luego trabajar en un campo de trabajos forzados. Una noche les despertaron para llevar voluntarios para las SS y le preguntaron qué quería ser. Ante los improperios del oficial, dijo: “Párroco en un pueblo”. Uno de los presentes contó: “Gracias a ese ejemplo de firmeza, otros nos mantuvimos firmes”.
-¿Cuál es su mérito en el tema de la pederastia?
-Que ha afrontado el tema de modo directo, tomando el toro por los cuernos para que el delito se castigue, tanto en sede eclesiástica como civil. Llevó las competencias a Roma y en la Congregación reservaba ese tema para los viernes, antes de rezar el vía crucis. Es un tema doloroso que hay que afrontar y aclarar. No cuadra nada con la mentalidad de Ratzinger el hacer trampas.
-¿Fue modernista y luego cambió de bando?
-En su pensamiento no se da ninguna ruptura. Lo que escribía durante el Concilio es perfectamente coherente con lo que escribió 10 o 20 años más tarde.
-¿Qué aportó al Concilio Vaticano II?
-Con 35 años, tenía gran prestigio y colaboró en la reflexión sobre la relación entre escritura y tradición, aclarando que sólo hay una fuente de la Revelación; y en la colegialidad como relación entre el primado del Papa y los obispos.
-¿Con qué se queda del viaje a España?
-La discusión sobre la frase del avión demuestra que no nos hemos enterado de lo que ha dicho. Habla de diálogo entre fe y laicidad y, con prejuicios propios de otras épocas, buscamos el antagonismo. No podemos despacharnos con una polémica como una cortina de humo. Tenemos que pensar las cosas, sin enzarzarnos en luchas tribales.
-Cuando el Papa dice que le preocupa España, ¿se refiere a la intolerancia laicista o a la incapacidad de los cristianos para reaccionar?
-A las dos cosas. Cuando falta la racionalidad, la imagen de Ratzinger hablando con Habermas en este país es imposible. En vez de hablar nos tiramos los trastos a la cabeza. La defensa de la vida o de la familia no son sólo temas católicos, para despachar con improvisaciones ideologizadas. Ahora viene el momento de informar sobre el viaje del Papa; hasta ahora sólo ha habido ruido mediático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario